martes, 18 de mayo de 2010

Re-Bautizo: San Joan de Penyagolosa del Calvario, MiM

Escolano, en el segundo tomo de su historia, columna 705, dice de Peñagolosa “demas de ser la más levantada de toda aquella región de los Ilercaones, se remonta en ella un pico tan sobresaliente, que parece quererse tragar el cielo. O la llamaron Peñagolosa por lo que andan y trepan por lo mas enriscado de ella los golosos médicos y herbolarios en demanda de las muchas y saludables yerbas que produce”.

Otras versiones opinan que el nombre de Peñagolosa es corrupción de Peña-colosal, y que nada tiene que ver con la afición a la golosina de los herbolarios.
A.J.Cavanilles (1745-1804)

Son muchos los que aspiraban el pasado sábado 15 de mayo a conquistar en el marco de la Marato i Mitja, el macizo de "Penyagolosa", exactamente 1.500 corredores se disponían a dar la salida junto al estadio de Castalia en Castellón, para poner dirección a este referente de la montaña profunda castellonense. Por delante 65 kilómetros; por delante 2.500 m de desnivel positivo; por delante 1.000 m desnivel negativo; y por detrás muchas horas de sufrimiento y dureza, también quedarían por detrás muchas horas de entrenamiento, y mucha ilusión puesta en conseguir finalizar esta carrera.
Todos nos las prometíamos muy felices en la línea de salida, cada uno con su truquillo secreto: truco del desayuno; truco de material mínimo o materia sofisticado; truco de ir con bastones o sin bastones; incluso algunos para poder calentarse antes de la salida (desde las 5:00 AM), habían comprado en un almacén chino camisetas desechables que dejaron en la salida, pero que les fueron de gran ayuda en esa hora tan fría.
Trucos que al final ninguno funciona, pues lo que marca la pauta es lo fuerte que te encuentres y la capacidad de sufrimiento que tengas. Por eso a partir de hoy me uno al grupo de los minimalista a la hora de correr, es decir, correr con el mínimo material necesario.
Cargué como un mulo bastantes cosas inútiles, que ni utilice ni necesité. Aproximadamente 2,5 kg de peso muerto más los bastones, que ni descolgué de la mochila. Solo hubo un material que si me salvo de una situación difícil: unos pantalones cortos de recambio; ahora explico porqué.

Como iba diciendo nos las prometíamos muy felices (por cierto los de los jerseys chinos éramos Javier y un servidor); y comienza la carrera muy puntual a las 6:00 AM. Primeros kilómetros fuertes en torno a 5'15''/km, para intentar llegar al lugar del tapón famoso, pero es inútil, el tapón en el km. 4, se coge: si, o sí.
No hay forma de eludirlo, salvo dos listillos que vimos subir por una cuesta en la zona de asfalto 200 metros antes de llegar al tapón y que lo rodearon. Evidentemente si por ahí se elude este inconveniente, la organización debería de intentar dar esa oportunidad a todos los corredores, pues estar parado 10 minutillos a esas horas de la mañana, cuando ya has roto a sudar, como, que no es muy agradable.
Seguimos nuestra ruta, salvado este escollo, y la verdad es que llevamos un ritmo bastante alegre y nos encontramos muy cómodos. Conocemos a dos chavales que han venido de Toledo y que nos partimos el pecho con ellos de la risas, cada uno contando su parida matinal.
Seguimos por el kilómetro aproximadamente 12, y un servidor empieza a tener unas molestias gastrointestinales importantes (está claro que mi truquillo de desayuno no ha servido de nada). La situación conforme avanza va poniéndose peor, hasta que rompe: y madre mía como rompe. Menos mal que encuentro un almendro cerca de la ruta aunque lo suficientemente apartadillo y que me permite un momento de tranquilidad para que estas necesidades se realicen de una forma discreta. Pero después de ese almendro vendría un olivo, un naranjo y 2 almendros más hasta el kilómetro 35-40.
"Madre mía del amor hermoso", ¡que dolores!, ¡que retortijones!, ¡que......! mierda de carrera estaba haciendo. De lo que podía estar siendo a lo que realmente estaba siendo.
Me había planteado como fuese bajar de las 10 horas. Javier ni se lo creía, pero yo le decía que era totalmente posible, y que estábamos preparados para ello.
A pesar de mi incontinencia, en el control de Useres en torno al kilómetro 33, de mis escalofríos, algo de deshidratación y corriendo con mucha dificultad; ¡pero que narices!, aquí habíamos venido a correr y eso es lo que íbamos a hacer.
Paso Useres, donde me llevaba Javier esperando 15 minutos y le digo que tire él, que no voy bien, y aunque vamos en tiempo de nuestra meta, y posiblemente yo no lo podré conseguir. Entonces me quedan solo dos cosas: o retirarme y quedarme con la misma cara que siempre me quedo a la hora de haberlo realizado (diciéndome de todo, menos "bonico"), o apretar los dientes y los cachetes y tirar "palante". Tomo esta segunda opción y empieza "el calvario".
He podido alimentarme e hidratarme en este avituallamiento, pero nada se me sostiene en el cuerpo ni por arriba ni por abajo, pasan los kilómetros y aunque voy dando cuenta de algún que otro arbusto o matorral, cada vez me voy encontrando mejor; así en el kilómetro 50 en Xodos voy recuperado, si bien la carrera ya está echada por alto, llevo 8h46' y no hay forma de recuperar para conseguir nuestra meta de las 10 horas.
He perdido demasiado tiempo, prácticamente la hora que llevo de más, la he empleado abonando toda la variedad botánica del monte bajo castellonense. Enfilo mi carrera y comienzo a pasar gente, y gente que va muy desfallecida, mucha gente ya andando, y parece como si todo mejorara: el camino se ensancha; dejamos atrás ese camino de piedras puntiagudas que destrozan los pies; y sobre todo, el cuerpo se aguanta solo.
Pues nada, me digo que a correr se ha dicho y eso es lo que hago.
Al final 10 horas 52 minutos, un grito de Javier cuando me ve entrar por la línea de llegada, donde lleva una hora esperándome en la meta (él si consiguió bajar de las 10 horas), y un bocata de jamón que no me entra. Me abrigo, cambio y enfilamos el camino para el autobús donde descansar.
Cualquiera diría después de lo pasado la cara con la que llegamos y lo bien que nos encontramos. Ojalá hubiera durado un poco más, seguro lo hubiéramos disfrutado más. Mi recuperación ha sido magnífica en los días posteriores pero para mí el lugar de llegada tendrá un lugar imborrable en mi memoria y desde hoy queda rebautizado como, Sant Joan de Penyagolosa "del Calvario".